Los límites dependen de la altura con la que se miran.
Caminando por la calle una verja nos separa. Tu estás dentro, yo estoy fuera, ¡Quién fuera capaz de saltarla! Dos pajaritos revolotean sin cesar, a un lado y otro de la verja no paran de jugar. Se paran en el filo y nos miran con pesar, pensando en lo triste que debe ser no poder sentarse juntos a piar.
Derribemos esta verja hasta la altura de su peto, ahora lo que nos separaba ya no existe, ¡Ya podemos saltar! Tu no estás dentro, yo no estoy fuera, donde antes había una barrera ahora nos podemos sentar, para, juntos poder cantar.
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